Los idiotes son aquellas gentes que sólo se ocupan de sus asuntos, que viven pendientes de su ombligo sin interesarse por el bien común. Cuando llega el momento de votar, al idiote solo le preocupan sus intereses, “sólo siente el mal público cuando afecta a sus intereses particulares” en palabras de Tito Livio. Dicho en román paladino, el idiote es un egoísta como la copa de un pino que da la espalda al colectivo, lo que le lleva a comportarse como un perfecto idiota según las acepciones de la RAE: “Tonto, corto de entendimiento”, y también “engreído sin fundamento” (una cosa suele lleva a la otra). El idiota no es consciente de que viaja en una barca común y que, por mucho que se emperre en subir a lo más alto del mástil, pisando las cabezas que tuviera que pisar, si la barca se hunde más le vale desarrollar branquias porque se ahogará con el resto de los viajeros.

Interesante reflexión acerca de la época en que vivimos, donde el negacionismo científico y una visión antojadiza de la realidad se difunde cada vez más y es aceptada por muchos como la verdad única.